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Brasil y la nueva escuela del arco

Después de ser por décadas un país de goleros de poca prestancia y calidad, el país del Amazonas ha pasado a ser el productor de los más solicitados. Los arqueros brasileños están de moda


Félix tenía las manos de mantequilla, y a Valdir Peres la pelota se le escurría entre los dedos. Leao era seguro pero de poca altura, y Carlos tenía presencia pero era lento bajo los palos.
Los cuatro arqueros recordados ayudaron a consolidar la pésima reputación de Brasil como país de mediocres cuidadores de los palos, una tradición que de unos años a esta parte, ha comenzado a ceder ante la nueva realidad.
Una realidad que se llama Dida, y Julio César, Marcos, Rodrigo Ceni y Doni, y que tuvo un tiempo de transición representado por Claudio Taffarel, golero de tres mundiales y campeón universal en Estados Unidos 94.
Resulta que los arqueros brasileños se han puesto de moda, y no tener a uno de ellos no parece ser de estos tiempos. Ahora es común en Europa verlos seguir los partidos desde la última comarca del campo, y ha sido posible ser testigos de una escena impensable hasta hace unos pocos años: en un reciente partido Milan-Inter, el clásico de los clásicos del exigente fútbol italiano, Dida y Julio César era los goleros de sus equipos.
¿A qué se debe este cambio tan radical como inesperado? El lugar común de las creencias hablaba de la vocación del jugador brasileño por el ataque y el gol, que todo garoto soñaba desde su infancia más temprana con marcar goles desde el ataque del Flamengo, el Fluminense, el Sao Paulo o el Corinthians, y que la más grande concesión que podía hacer, si no llegaba a ser artillero, era jugar de mediocampista. Conseguir zagueros centrales era toda una dificultad, y si Brasil suele dar magníficos y centelleantes laterales, es porque en su fútbol, jugar como marcador de punta equivale a ser atacante, de lo puntillosos que resultan.
No hay una explicación certera para todo esto, pero de lo que no hay dudas es de que los arqueros del Amazonas son los más buscados del planeta. Veamos:
Llegó el mesías. Taffarel, un arquero pequeño para las perspectivas actuales (1,77 metros), rompió, por su seguridad de manos y su colocación, los parámetros anteriores de mediocridad. Se decía que el rubio nacido en Santa Rosa, estado de Rio Grande do Sul, era frío y calculador, pero no se negaba su eficiencia y la seguridad que daba a la defensa. El título mundial lo consagró como uno de los mejores arqueros brasileños de la historia, y fue el anuncio de que lo mejor estaba por llegar.
Amigos y rivales. Pasada la época de Taffarel, surgieron, en simultáneo, dos arqueros enormes, de manos como tenazas gigantes, que llenaron el arco de la selección auriverde. Dida, con sus 2,04, ha sido el más alto de la historia en su país; sin embargo, ha llevado por siempre el estigma de que no crece en los grandes momentos. Dida estaba en el arco cuando Brasil fue eliminado por Francia, en Alemania 2006, con un gol de Thierry Henry que muchos consideraron que pudo haber evitado. Tiene personalidad y presencia, es seguro de manos y en las salidas, pero vulnerable cuando lo atacan por abajo. Hoy, a sus 34 años de edad, ha perdido la titularidad en el Milan.
Marco, entretanto, fue un outsider en Corea-Japón 2002. Se creía que el titular iba a ser Dida, pero el técnico Carlos Alberto Parreira tuvo una corazonada con Marcos, y éste, de 1,94 y hoy con 36 años de edad, respondió con paradas imposibles, particularmente dos en el primer tiempo de la final ante Alemania, que pudieron haberle cambiado el destino al título, finalmente brasileño en virtud de los goles de Ronaldo y la presencia de Marcos, hombre del Palmeiras.
El arquero goleador. Rogerio Ceni lo rompió todo. Con una personalidad a medio camino entre lo excéntrico y lo espectacular, esa que lo lleva constantemente a programas de televisión, el arquero del Sao Paulo se convirtió el año pasado en el jugador de su posición con más goles en la historia del fútbol, con cerca de 70 redes conquistadas. Seguidor de la escuela del colombiano René Higuita y del paraguayo José Luis Chilavert, cobra los tiros libres y los penales, siempre con pierna zurda, y festeja ruidosamente cada vez que su disparo penetra la cabaña adversaria.
Sin embargo, Rogerio Ceni, de 35 años de edad y 1,88, no ha sido afortunado con la selección, tal vez porque le ha tocado vivir en una era de arquerazos, o porque su manera de ser pone en guardia los técnicos, que prefieren mirarlo de lejos.
Doni está en la onda. La Roma le puso la vista a Doni, un gigantón de 1,95 y 28 años de edad, y el hombre ha sido un hallazgo. En Venezuela se le vio el año pasado como astro de la selección de camiseta amarilla y ribetes verdes, en una Copa América a la que no llegó como titular. El dueño del puesto era Helton, otro de los buenos, pero la respuesta de Doni en los entrenamientos y su actuación de los primeros partidos, le dieron la confianza del técnico Dunga.
Doni muestra una característica muy apreciada en los arqueros del mundo: es gritón, coloca a la defensa y regaña con vehemencia cuando hay un despiste.
La conquista de Holanda. El fútbol holandés, menos promocionado que los de los países-potencia como España, Italia, Inglaterra y Alemania, cuenta con el vuelo de Heurelho da Silva Gomes, simplemente Gomes para el fútbol, un zurdo osado que se tiene una fe enorme cada vez que sale a tocar la pelota fuera del área. Mide 1,91, y como a sus 22 años de edad es el más joven de la camada brasileña, tiene la esperanza puesta en el Mundial Suráfrica 2010 como titular indiscutible.

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